LO QUE DE VERDAD IMPORTA
Vacaciones
Se acaban las vacaciones y toca volver, no sabemos bien a qué… a la incertidumbre, a «hacer limonada», a cuidarse, sacar nuestra mejor versión, la responsable, la generosa, la que se gestiona de forma consciente, la que saca fuerza.
Ha sido un verano atípico, raro, un poco triste, y al mismo tiempo, con muchas risas.
En mi caso, han sido días de mucha naturaleza, de mucho caminar rodeada de verde, espacios amplios y apartados.
Días burbuja que se repetían y respetaban, la misma gente, los mismos sitios… distintas sensaciones. Días de encontrar fuerzas, consuelo y energía en lo conocido, en lo gestionado, en ciertas rutinas elegidas.
Un verano lento, a la expectativa, solitario y sin embargo, muy acompañado. Días en los que ver y estar con la gente de la burbuja se sentía urgente, necesario, casi vital… como el ver y sentir el verde de la naturaleza, soplo de aire fresco, pilar ante la tormenta.
Un verano con mascarilla, distancia social, el cuerpo en alerta, relajado a medias. Un verano cosido con las risas de los que cuentan, de los han estado ahí, un verano sujetado por las certezas de lo que es importante… una caricia segura, una risa compartida, una llamada disfrutada, y en mi caso, en el maravilloso e impredecible norte, un baño helado, bravo y caprichoso, divertido y voraz, un baño que despierta los sentidos y los recuerdos, un baño que nos devuelve con las mareas, a esa realidad de lo que conocemos, de lo que amamos, y de lo que este año tanto extrañamos.
Verano familia, verano niños, verano aprendizaje, verano cuidarse y verano respeto. Verano comprometido.
Verano amigos, los vistos y los extrañados, los compartidos y los añorados. Verano casero, hacia dentro, en busca de exteriores, horizontes lejanos en los que dejar volar sueños, deseos y metas.
Verano histórico, verano triste, verano agradecido. verano necsario.