La Confianza por un niña de 6 años
» Sábado por la mañana, La gordi (mi sobrina, 6años) y yo vamos de aquí para allá haciendo recados, la calle está llena y hay bastante tráfico.
Salimos de hacer la compra y me dice:
-¿Mumi, jugamos al juego de la confianza?
-(por inercia ya, pues las dos sabemos que voy a decir que si a cualquier juego) Si, dime… ¿en que consiste?
– Pues yo cierro los ojos y me llevas de la mano sin que me choque con nada…
– A pues que bien, suena divertido
– … si, ya verás… (cierra los ojos y me da la mano, en ese orden, luego recordándolo, pienso que no es casual)
(Esta conversación ocurre mientras nos acercamos a un semáforo, ya de la mano y ella con los ojos cerrados, me dice),
– ¿sabes? Yo con Carmen (mi amiga Carmen, que no es Beíta, eh...)-
– Ya ya… me acuerdo de cual es…-
– … Pues con mi amiga Carmen no puedo jugar a este juego…
– … ¿y eso?-
– … pues porque yo se que me miente alguna vez y entonces el juego de la confianza no funciona…-
– Ahh, ya veo…-
– … aunque no me miente siempre eh, no te creas… un dia me habló de su pez… y era verdad que tenía un pez, lo vi cuando fui a jugar a su casa …-
– Claro…
– Si, pero no miente siempre… sólo a veces y claro en este juego que te puedes hacer daño…-
(Vamos caminado y yo adulta, incrédula, con tanto que aprender… voy chequeando con la mano frente a sus ojos, que efectivamente va tan tranquila con los ojos cerrados, fe ciega y confianza infinita)
– ya claro, es que a veces decimos mentirijillas…-
– Pero Mumi tu no me has mentido nunca…-
– Ya…-
– Porque yo se que no me mientes porque es como cuando te enfadas, no te enfadas nunca y cuando te enfadas se nota… y si me mientes seguro que se te nota…Por eso puedes jugar a esto…-
– Claro, ya entiendo…
Seguimos caminando, me dice que le avise al llegar a otro semáforo (lo hago) y que después de cruzar empecemos otra vez… no es fácil la caminata, hay mucha gente y coches, y yo sigo dándole vueltas a sus palabras, a su innata inteligencia mientras trato de seguir el hilo de lo que ahora me cuenta, se ríe y yo con ella, en la oscuridad de su mirada, adivina el sol y la sombra…
-¿hay mucha gente por la calle, verdad Mumi?-
– si, bastante…-
– Es que de repente hace frío y luego calor, eso es que la gente me tapa el sol..-
Como no podía ser de otra manera, por ser ella como es y yo como soy, llegamos al portal y se me olvida avisarla de que junto a la puerta hay un pequeño escalón, se tropieza y casi se cae… la cojo al vuelo, y ella sin abrir los ojos se empieza a reír mientras se abraza a mi cintura y entonces, yo le digo-
-Ay gordi que me olvidé del escalón, perdóname!-
Muerta de risa, ya mirándome con los ojos bien abiertos y abrazándome fuerte me dice, (ojalá siempre penúltima lección)
-Muuumi!!! Que ya estamos en casa!!! «-
En Coaching, la CONFIANZA es la banqueta sobre la que sentarnos para tomar decisiones, para accionar, para seguir caminando. La banqueta se asienta sobre tres patitas que la sostienen, «la competencia» (somos capaces, se nos reconoce la autoridad, el poder, la aptitud para hacer, decir o ser algo), «la confiabilidad» (el histórico de nuestra relación, de los personajes en cuestión, el aprendizaje de lo compartido, visto o aprendido) y «la sinceridad», aquello que sabemos que el otro tiene, es, o ha sido en nuestra relación.
La inteligencia natural de los niños es un regalo que si no le prestamos atención, si lo dejamos para abrirlo más tarde, lo perdemos.
Si no les damos a los niños ese tiempo y ese espacio que demandan, que desean, que merecen, el valor de ese regalo se evapora.
En esta historia compartida con mi sobrina aprendí de nuevo lo que es la Confianza, esta vez desde un sitio mucho más libre, más ligero… más fácil, desde la mirada de una niña de 6 años.
Una forma de ver el mundo sin cargas emocionales, sin creencias que nos limitan, que nos impiden ver el todo. No hay juicio ni crítica, sólo hechos, y sin embargo hay de todo lo que habla la banqueta de la Confianza.
La innata inteligencia de los niños.
Si no dedicamos esos minutos, ese tiempo precioso y preciso para estar con ellos, nos perdemos momentos y aprendizajes irremplazables, oportunidades de jugar, de aprender, juntos y por separado, de trabajar la Autoestima y la Comunicación, el disfrute compartido. Y perdemos la oportunidad de ser su espejo, el lugar donde mirarse, desde donde verse, y aprender a reconocerse.
Regalémonos tiempo , experiencias y alegría.