27 marzo 2020 2:43 pm
El valor de una caricia
La vida y la muerte son conceptos que aprendemos y aceptamos desde pequeños, a cada uno la experiencia le toca cuando le toca y creo que el haber conocido su existencia nos, no voy a decir prepara, si no que nos ofrece una herramienta para empezar a gestionarlo.
El haberlo aceptado o simplemente conocido desde el lado racional nos permite la gestión emocional de la muerte.
Estos días lo que más oigo, lo que más me angustia y hablando con amigos y familia parece que es generalizado, es la imposibilidad física y emocional de gestionarlo.
Los españoles somos animales gregarios y además latinos, y el contacto físico y social es parte de nuestro desarrollo y gestión emocional.
Nos han quitado los abrazos, los besos y las caricias, el acompañamiento y el idioma de la piel y creo que eso es una de las cosas que más factura nos está pasando.
Hemos crecido comunicándonos a través del roce, demostramos nuestros afectos con el cuerpo mucho más que con la palabra, y ahora, de repente, no sabemos cómo gestionar el acompañamiento en el duelo.
La muerte podemos gestionarla, es ante el duelo ante lo que nos sentimos atenazados y angustiados. El no poder expresar nuestro dolor y nuestro amor con el contacto físico nos está desarmando ante todo este sin sentido.
Lo que creía era mi angustia, es una preocupación generalizada, para unos ya una realidad, para otros, el coco tras la cortina, sombra heladora que tratamos de espantar habitando esta realidad que nos cuesta aceptar como posible.
Y pienso, me repito, que todo esto pasará y que si algo estamos haciendo es demostrar cómo somos y lo que valemos como comunidad, como sociedad valiente, fuerte y generosa. Me cuentan que en otros paises el personal sanitario se ha rajado, ni lo intentan… aquí no sólo ha dado un paso al frente también ha dado un salto, ha crecido, se ha multiplicado, ha salido del retiro… somos una sociedad increíble, un pueblo preparado con un adn luchador y sufridor. Nos hemos juntado, ofrecido y levantado, todos a una, para conseguir material sanitario, para levantar hospitales, para dar de comer al hambriento, para acompañar al que está solo.
Saldremos de este porque juntos somos uno y porque cada uno es parte de todos. Y cuando salgamos, cuando el sol se asiente sobre nosotros, cuando el calor nos empuje a desnudarnos, a quitarnos capas que ahora nos protegen, cuando finalmente llegue la calma, volveremos a abrazarnos, celebraremos cada caricia, cada beso, cada gesto con la importancia que se merece, con el valor de su sentido. El duelo será compartido y gestionado desde el amor mostrado por todos, desde la pérdida sufrida por todos.
Estamos siendo otros para poder ser los de siempre, seremos aquello que elijamos pues esto nos está dando la oportunidad de aprender, de poner en valor quien, cómo y qué queremos ser. Todo esto nos está mostrando nuestra verdadera fuerza y gracias a ella caminaremos, cojos y doloridos, tristes y un poco perdidos y llegaremos al calor y a la luz que nos cuide, nos acaricie y no de calor, esa luz que llevamos dentro y que cuando finalmente podamos juntarnos, alumbrará el camino que nos quede por recorrer.