El AMOR
En un día como hoy que parece que tenemos que hablar y demostrar Amor, prefiero pensar que hoy es un día que celebra los 364 días restantes.
Hablar del Amor es como mirar nubes en el cielo, podemos hablar de su forma, de sus parecidos o significados, de su tamaño y grosor, de su procedencia, de muchas cosas y al final, como en el Amor, cada cual verá en ellas lo que su historia le permita.
Para mi el Amor es la conciencia del otro. El reconocer en el otro su esencia, sus luces y sus sombras y a partir de ahí compartir un espacio, un tiempo y un lugar.
El coaching me ha enseñado, para mi sorpresa, muchas cosas sobre el Amor. He aprendido a mirar desde otro sitio y sobre todo, a escuchar con todos mis sentidos. A escuchar observando esa mirada que se escapa, que huye al reconocimiento, ese gesto perdido que necesita ser encontrado, esa sonrisa tímida que te abraza desde lejos, y también, ese gemido callado, asustado y que pasa casi desapercibido. Para mi, la escucha no es más, ni menos, que otra forma de mirar. Y, ¿ que es mirar?, Amar al otro.
Amar en el reconocimiento, en la presencia del lugar y el tiempo que uno ocupa. El saber que el otro, como uno mismo, trae consigo silencios, lágrimas y sonrisas, sus miedos, también sus dudas y esperanzas, sus expectativas y deseos.
Trabajando con niños y con adolescentes es cuando he podido comprobar de forma más abierta, más desnuda, quizás más valiente y agresiva, lo que es esa necesidad de ser visto, de pertenencia. Los niños lo buscan, lo demandan y lo demuestran desde la fuerza de su emoción, desde la libertad de su mochila vacía.
Los adolescentes, por el contrario, lo exigen, lo exploran y lo desean desde el conflicto y desde la duda, desde la aceptación y la vergüenza.
Y son, al final, los adultos los que más me sorprenden.
Después de ya unas cuantas sesiones y procesos, atesoro en la experiencia la máxima de que todos, o casi casi todos, de distintas maneras, tenemos esa necesidad de pertenencia, de reconocimiento, de relación con alguien y algo más que con uno mismo. Reconocimiento no como logro (que también) si no como integración, relación y correspondencia. Ser vistos por el otro, significa, se siente, como ser considerado por otro, integrante de una misma especie, de un mismo grupo , como parte de un algo más grande, con más sentido, o quizás, con más cuerpo y entereza. En un afán de protección, de encontrar razón a la intuición y a la emoción.
Somos animales gregarios y como tales buscamos, muchas veces, creo que de manera inconsciente, esa pertenencia, en el halago y en la aprobación, creemos averiguar en la mirada del otro lo que no nos atrevemos o no podemos, considerar en nosotros mismos.
Por eso creo que en un día como hoy, que viste con mayúsculas las letras que conformar la palabra AMOR, podíamos celebrar el vernos en el otro, en el espacio compartido, en las debilidades y fortalezas que compartimos y en las que nos diferencian.
AMOR como regalo, como escucha y como mirada, como tiempo salvado, como recuerdo almacenado. Un aprendizaje participativo, una emoción compartida que nos asienta en el aquí y en el ahora. Que nos da fuerza y esperanza, que nos acompaña y empuja, que nos pone en marcha.
AMOR como motor, como regalo, como canción, como caricia. Un guiño, una sonrisa, una llamada.
Reconocernos para reconocer al otro.
@maría san román riveiro